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“Comida azul” para alimentar al mundo | El Ágora

Person holds a fish caught in a fishing line.
Un reo o trucha de mar (‘Salmo trutta’) en las manos de un pescador.

Con las inversiones adecuadas en tecnología y la mejora de las políticas pesqueras, se puede aumentar la producción de comida acuática en torno a un 8% anual, lo que equivaldría a sumar 13 millones de toneladas más de alimentos para un mundo hambriento

El secreto para alimentar a la población mundial en las próximas décadas, y hacerlo de forma sostenible, con la preservación de los recursos naturales en mente y el cambio climático en el espejo retrovisor, está bajo el agua. En los océanos, en los mares y en los ríos. En los peces, en los crustáceos, en las algas y en las plantas marinas.

O esa es la conclusión a la que han llegado un centenar de expertos coordinados por la Universidad de Stanford, el Stockholm Resilience Centre y la startup EAT. La iniciativa se llama Blue Food Assessment (BFA: “evaluación de la comida azul”) y está tratando de que pongamos, entre todos, un poco más de atención a los ríos y mares que nos rodean. Pese a que el 71% de la Tierra está compuesta de agua, hay pocas conversaciones acerca de cómo sacarle provecho.

“Veíamos que había muchos debates serios y activos sobre el futuro de los sistemas alimenticios globales y locales pero que una y otra vez ignoraban la comida que producen los océanos y los sistemas de agua dulce.”

Jim Leape, Stanford Center for Ocean Solutions

La BFA nació en 2019 para cubrir este hueco y transmitir a los gobiernos, empresas y organizaciones internacionales el potencial nutritivo y ecológico de los alimentos acuáticos, o “comida azul”. Sus conclusiones, recogidas en cinco informes, fueron publicadas en la revista Nature.

Una de las ventajas de la producción o pesca de comida marina sería el menor daño ambiental, en comparación, por ejemplo, con la carne de ternera. Como vimos en otro artículo, producir un kilo de carne de vacuno puede llegar a requerir hasta 15.000 litos de agua. El equivalente a 87 bañeras llenas. Tal es la sed no ya de la vaca, sino de los cultivos que generan el abundante grano del que se alimenta el animal.

“Uno de los descubrimientos más prometedores del artículo sobre la demanda es la enorme diversidad de las dietas de comida azul y con qué intensidad varían por geografía y cultura.”

Michelle Tigchelaar, Stanford Center for Ocean Solutions

“Comida azul” para alimentar al mundo | El Ágora